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Channel: El blog de Villalobos Jara
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El Hombre de Acero

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Guardando las distancias del caso, a estas alturas del partido las adaptaciones de cómic de superhéroes al cine pueden ser vistas como montajes de ópera. Todos tenemos una idea de la historia, e incluso hay un grupo –minoritario o no- que conoce en detalle sus vericuetos. Por lo tanto, parte importante de la gracia de una nueva versión radica en su ingenio para navegar una ruta que los espectadores saben de antemano.

En el caso de una reinvención de Superman, hay dos aspectos a evaluar: qué tan sucinta será la secuencia de su origen en Kryptón y el paso por Kansas y qué tan interesante será el villano que se le opondrá a un héroe prácticamente invencible.

El director Zack Snyder (autor de mamarrachos babilónicos como 300, Watchmen y Sucker Punch) responde a esa doble duda de manera bastante ingeniosa: el tema del origen de Superman en Kryptón se extiende por toda la película y, de hecho, está conectado con una de las mejores cosas de esta nueva versión, que es el villano.

En Superman 2 (1980), el general Zod era un rebelde kryptoniano sin mucho cuento, disfrazado con una seudotúnica sacada de un video de Queen. Acá es un militar fanático y genocida interpretado por Michael Shannon con una autoridad muy por encima de las otras actuaciones de la película.

Un buen filme de superhéroes de cómic puede ser reencantado –incluso salvado- por un villano de lujo. De hecho, El Caballero de la Noche, la única gran película dirigida por Christopher Nolan (quien produjo El Hombre de Acero) lo fue gracias al trabajo de Heath Ledger. Shannon no consigue tal proeza acá, pero sí mantiene andando un guión que muy luego se desvía hacia el ruido y el desorden.

A la larga, Snyder comete el mismo error de Branagh con Thor y de Bryan Singer con los X-Men, como es creer que estas son historias sobre el poder absoluto, cuando en el fondo siempre han sido fábulas sobre la fragilidad personal. Si El Hombre de Acero interesa y entretiene es a pesar de sus estridentes secuencias de acción, y es en sus momentos de calma –como Kevin Costner hablando con su hijo a un costado de la camioneta- donde muestra algo parecido, al menos de lejos, al buen cine.

 

(Publicado el 13 de junio de 2013 en La Tercera)



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