Mi problema con True Detective 2 en realidad no es un problema. Creo que, al revés de la 1era temporada, donde todos los huevos estaban en los primeros cinco episodios, acá Pizzolato quiso ir lento, tan lento que casi parece que estuviera partiendo en falso. Lo que sí es un error es hacer girar la acción entre tantos policías que nos dan lo mismo y que son una colección de traumas y cicatrices espirituales: familias de mierda, violencia, adicción, homosexualidad en el closet. El otro error -o desliz- es haber pensado que los diálogos de Pizzolato podían sostenerse sin un director capaz. Es demasiado obvio que Justin Lin no tiene el manejo de actores que tenía Fukunaga y que las escenas de dos o tres personajes conversando le parecen una lata y las liquida como si fueran transiciones en vez de centros de la historia (eso es particularmente cierto en las escenas en la oficina de Vince Vaughn desde donde vigila su salón de juegos y discute negocios). Y el error más significativo -para mí- es haber puesto recién al principio del segundo capítulo ese magnífico monólogo de Vince Vaughn sobre las manchas en el techo y su recuerdo del sótano. La escena es demasiado poderosa -incluso en su obvia artificialidad, en su abierto tono literario- para que tomemos en serio todo lo que viene pasando desde el piloto. Pizzolato debió abrir la temporada con ese monólogo y usarlo para sugerir lo que de verdad sería un gran salto conceptual respecto al primer TD: que toda esta intriga miserable hija de Chinatown y nieta de La maldición de los Dain, toda esta peripecia apenas atractiva de héroes lastimados pateando puertas y bebiendo whiskies en el fondo es una fantasía en la cabeza de un niño en la oscuridad.
