Como me dijera Patricio Urzúa, lo más terrible de la pesadilla que Nicole Kidman le cuenta a Tom Cruise hacia la mitad del metraje de Ojos Bien Cerrados no sólo es que aluda a un mito base de la cultura occidental, sino además que la primera frase sea: “Estábamos en una ciudad desierta”.
No sabemos nada de lo que había en el paraíso antes que Dios lo poblara con animales y árboles. Por todo lo que nos informa la Biblia, incluso podríamos suponer que el Edén del Génesis fue sólo uno de tantos ensayos, quizás el último. Tal vez el Edén crecía sobre los restos de la antigua humanidad.
Tal vez el amor de pareja es tan inagotable como recurso dramático porque en el principio, como bien nos dice el Libro, fue la caída del primer hombre y la primera mujer la que nos expulsó de la Ciudad de Dios hacia el horror de la carne.
“Todos estaban follando, cientos, por todas partes”. Esa frase de la Kidman siempre me recuerdan a la extraña letra de Born, Never Asked, la canción de 1982 de Laurie Anderson que parece transcurrir dentro de los canales de un genital masculino: “It was a large room. Full of people. All kinds. And they had all arrived at the same building at more or less the same time. And they were all free. And they were all asking themselves the same question: What is behind that curtain?”
