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Mejores y peores 2013

Siguiendo con la tradición iniciada el 2013 de llegar un mes atrasado a los recuentos anuales, procedo a enumerar los hitos y desbarrancaderos que me topé en las pantallas el año pasado. Descontando el hecho de que títulos como Amour y The Master salvan cualquier listado, hay que decir que el 2013 abundaron las películas para el olvido. Ni siquiera cine capaz de remecerte desde el odio y la saña al director (como me pasó con Blue Jasmine), sino películas que pasaron sin pena ni gloria, sin dejar el más mínimo rastro: Qué Pasó Ayer 3, Django sin Cadenas, Duro de Matar 5, White House Down, La Desolación de Smaug, El Hombre con los Puños de Hierro, Jobs, Kick-Ass 2, La Huésped, Los Ilusionistas, Mátalos Suavemente, Los Juegos del Hambre: En Llamas y la lista sigue y sigue.

En ese contexto, las sorpresas y el simple gozo llegaron de esquinas inesperadas, como Cuestión de Tiempo, que conseguía emoción de buena ley echando mano de recursos no sólo bastardos, sino declarados canallas muchos antes que la mayoría de nosotros naciéramos.

Ahora, aquí van las categorías.

MEJOR ESCENA DE ACCIÓN: Denzel Washington resuelve una emergencia volando un avión de cabeza. El Vuelo.

MEJOR USO DEL SONIDO: Titanes del Pacífico. Del Toro entendió algo clave tratándose de un filme sobre robots gigantes: el sonido hace el 80% del trabajo. Los robots y las criaturas lucen increíbles, por cierto. Pero es el sonido el que produce el milagro que hace a la película un evento, es el sonido el que crea la ilusión de que esas fantasías de infancia y tardes de cine han cobrado vida en el mundo real. Sin ese espectacular tratamiento de lo que oímos en cada segundo de las batallas, el filme sería una serie de bonitas láminas coleccionables. Gracias al sonido, es una de las películas del año.

MEJOR BANDA SONORA: Oblivion.

BASURAS BIEN VESTIDAS: The Purge, una fantasía apocalíptica que apesta a progresismo barato y que tenía severos problemas de guión. Elysium, el lamentable nuevo filme del director de Distrito 9, que acá pergenió otra metáfora social de ciencia-ficción, pero sin el brío o la inventiva de su primer filme. El Hombre de Acero, una película sobre Superman que parece odiar al personaje. Guerra Mundial Z, una mugre que nos vendió una plaga zombie sin sangre, sin horror y sin historia. Después de la Tierra, una aventura de sobrevivencia que ni siquiera tenía las pelotas de matar al personaje que obviamente tenía que matar. Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas, háganse la idea a partir del título. Qué Pasó Ayer 3, la clase de mamarracho donde todos, desde el director hasta el que servía los cafés, trabajaron por el cheque y nada más que por el cheque. Star Trek: En la Oscuridad, una película cuyo guión era tan inepto que necesitaba dejar en manos del villano la tarea de explicarle la intriga a los héroes. Lincoln, de Spielberg: lo único peor que ver esta mierda fue repetirme esa joya que es Jurrasic Park en cine y llorar pensando que el tipo jamás volverá a filmar así.

MEJORES CRÉDITOS FINALES: Monsters University.

MARCANDO EL PASO: Los Amantes Pasajeros, donde Almodóvar volvió a confirmar su desinterés por cualquier cosa que acerque su cine al mundo real. Stoker, donde el director surcoreano de OldBoy filmó con actores gringos un thriller que prometía mucho y terminaba importando poco. Y Cosmópolis, el patinazo del año, el segundo paso en falso de Cronenberg después de su didáctica y soporífera Un Método Peligroso.

MEJOR REINVENCIÓN: Antes de la Medianoche. No era un desafío pequeño tomar a dos personajes que venimos conociendo desde 1994 y preguntarse cómo serían veinte años después. La serie de películas de Linklater con Ethan Hawke y Julie Delpy puede parecerle a muchos insustancial, boba e incluso reaccionaria. Pero el hecho es que la última película del trío consiguió un pequeño milagro de esos que sólo pueden existir en la pantalla: definir con precisión la madurez de personajes inventados que alguna vez fueron la encarnación del potencial romántico y que ahora se acercan peligrosa, inevitablemente a ese momento horrible donde todos entendemos que ya no seremos más de lo que somos ahora, aquí, en este momento, en este año, en esta vida. Un dato poco mencionado y que hacia el final de esta película cobra un desolador significado es que en el principio de Antes del Amanecer, en el inicio mismo de toda la serie, lo primero que veíamos era un matrimonio alemán discutiendo en el tren. De hecho, Céline se cambiaba de asiento para huir de ellos y ese era el momento en que veía a Jesse del otro lado. La serie se iniciaba con una pareja yéndose al carajo. El problema de mi generación cuando vimos la película en 1995 es que ese detalle nos parecía simplemente ridículo: ¿Qué clase de idiota podía pensar que el amor verdadero no era para siempre? Bueno, ahora lo pensamos. Y viendo Después de la Medianoche, es un poco atroz captar que Linklater siempre lo pensó. Lo pensaba en 1995 y lo piensa ahora, en el 2013 de esa Grecia soleada donde filma por tres segundos a una hermosa chica entrando a una villa desde el jardín y la mirada –que puede ser la de Jesse, que puede ser la del director- parpadea y la chica y el momento que llenó se esfuman en una nada que ya jamás volverá a estar repleta de posibilidades como lo estaba la nada americana del Jesse adolescente. No es el mejor filme de la serie, pero ciertamente es el más valiente. ¿Por qué? Porque envejecer con dignidad requiere mucho más coraje que tan solo perder un avión.

MOMENTO MÁS ESTÚPIDO: La muerte de Kevin Costner en El Hombre de Acero. No sólo no tiene lógica alguna, considerando lo que Jonathan Kent sabe sobre las capacidades de su hijo. Además es un falso momento emotivo que indigna incluso en el más remoto recuerdo.

MEJOR MOCHA: Un grupo de patos malos de bar rodean a Tom Cruise. El tipo, que es un petiso, que peina canas, que no puede jamás, nunca, aunque quisiera, dejar de ser Tom Cruise, les pide que dejen las cosas como están. Los tipos se niegan. Y entonces, gracias a la magia del cine, un petiso fibroso que se niega a envejecer, limpia la calle con ellos. Jack Reacher.

MEJOR ACTUACIÓN SECUNDARIA EN UNA APENAS TOLERABLE PELÍCULA DE SUPERHÉROES: Loki en Thor: Un Mundo Oscuro.

MEJOR RESURRECCIÓN DE UN GÉNERO DE MIERDA: Algunos somos suficientemente viejos para recordar aquellas antologías de terror producidas por la Hammer (o por instancias seudo-Hammer) que solían rotar en los segmentos de cine nocturno de la televisión chilena en los ’80. Algunos también recordarán Creepshow, otro puñado de cortos basados en ideas terroríficas que luego mutaron, se multiplicaron y reaparecieron en episodios de la versión ochentera de Dimensión Desconocida e incluso en algunos capítulos de los Expedientes X. Este año se estrenaron en Chile VHS y VHS 2. Son antologías de cortos de terror hechos a partir del pie forzado del found-footage y ese chaleco de fuerza –que recuerda y parodia a las estúpidas del Dogma de Von Trier y su pandilla- acá abre la imaginación en vez de cerrarla. No todos los cortos tienen la misma calidad (algunos son lamentables), pero el conjunto jamás deja de sorprender. Es como una ventana a lo que está pasando ahora: directores jóvenes, engrupidos, ambiciosos, produciendo cortos que son postales de lo que es hoy el género y lo que podría ser en el futuro. El primer filme tiene al menos una historia grandiosa (la primera, la relacionada con los chicos de parranda y la muchacha que habla poco y muerde mucho) y el segundo es de veras interesante por muchas razones. Entre ellas, “A ride in the park”, un corto que le da una de las últimas vueltas de tuerca posibles al subgénero del apocalipsis zombie, de una manera que Guerra Mundial Z ni siquiera llegó a imaginar. Otro segmento, llamado “Save Haven” y co-dirigido por Gareth Evans (The Raid) tiene niveles de demencia y gore que habrían enorgullecido al Takashi Miike de Ichi The Killer. Y el último, “Slumber Party Alien Abduction” no es enteramente logrado, pero tiene elementos brillantes a la hora de leerse como un homenaje/burla al E.T. de Spielberg. Incluyendo la presencia de un perrito.

Ninguna de las dos antologías es un producto afinado o memorable. Sin embargo, en ambas hay atisbos, momentos y escenas que están entre lo mejor que me tocó ver este año en cine.

ARTIFICIALMENTE INFLADA: Gravity. Hay una película llamada Open Water sobre una pareja que se queda abandonada en medio del océano, cuya realización probablemente costó un 5% del presupuesto de esta mega-producción y que cuenta casi exactamente lo mismo. No era muy buena, pero al menos tenía la dignidad del producto B consciente de su estirpe. Lo que molesta de Gravity por cierto no es su impresionante despliegue visual ni su impactante uso del 3D (esta era una película que merecía verse en cine) sino su desenfado a la hora de vendernos gato por liebre: esto es melodrama de supervivencia de la clase más básica y menos sutil. Es verdad, su apabullante técnica nos sacude durante la proyección. Pero también debe haber sido deslumbrante ver en cines en la época de su estreno El Manto Sagrado y eso no quita que sea una de las peores películas bíblicas de la historia.

LAS MEJORES: Amour, The Master, Titanes del Pacífico, Magic Mike, Sentados Frente al Fuego, El Otro Día, El Conjuro.

MOMENTOS PARA RECORDAR:

-Desesperados por volver a su mundo, Mike y Sully montan una estrategia a presión para espantar al único grupo de humanos que jamás pensaron espantar: adultos. No lo saben, pero lo que hacen en esa escena es homenajear los más básicos recursos del cine de terror. Las sombras, los ruidos extraños, los arañazos en la pared. Luchando por volver a casa, los héroes de la mejor precuela del año entienden que lo único que los puede salvar es la mentira. Monsters University.

-La escena post-créditos de Rápidos y Furiosos 6 donde un actor que siempre debió estar en la saga por fin aparece en ella. Y lo hace con la estatura y estilo con que Orson Welles por fin aparecía en El Tercer Hombre, pero también con el one-liner ridículo de un villano de videojuego. Es, de alguna forma, la conclusión lógica a una saga que nació sin que nadie diera un peso por ella y que hoy se ha convertido en una extensa, deschavetada y deliciosa prima en esteroides de Jackass: una serie de películas donde la amistad y la familia se cultivan a punta de explosiones.

-Los padres de una chica cubana que decidió probar suerte fugándose a Miami comparten un trago de ron mirando al mar en 7 Días en La Habana.

-La explicación final de Cacería Macabra (You’re Next), donde lo que parecía ser un insensato thriller de slasher se revela como un complot familiar para montar a los ojos de todo el mundo un insensato thriller de slasher.

-El interrogatorio de la enfermera a Tom Hanks al final de Capitán Phillips.

-La manera en que Bill Nighy dice “Oh” cuando ve el rostro de su hijo y entiende que esa es la última vez que van a hablar en Cuestión de Tiempo.

-Los focos incandescentes de los flashes disparándose en el segundo piso de la casa mientras una niña sonámbula recorre los pasillos. El Conjuro.

-La extensa, maratónica, imposible y desbordada persecusión dentro y sobre los vagones del tren en el clímax de El Llanero Solitario, una película que era mucho menos terrible de lo que todos dijeron.

-Todas las escenas de Tony Stark en ese pueblucho infecto donde se queda varado. Todas sus escenas con el niño que conoce ahí. En resumen, toda la parte de Iron Man 3 que no tiene que ver con el traje y el villano.

-El monólogo en off de un viejo que busca en una desarmada teoría sobre el espacio y las galaxias el consuelo que la Tierra ya no le ofrece. Del documental La Ultima Estación.

-La escena de cierre y el plano final de Efectos Colaterales.

-Kirsten Dunst se entera que la amiga gorda y sin gracia que siempre ha mantenido alrededor por una mezcla de piedad y sadismo va a casarse antes que ella. Despedida de Soltera.

-La secuencia donde Cody Horn ve por primera vez en acción a Channing Tatum en el escenario, en una de las numerosas grandes escenas que tiene Magic Mike.

-El recuerdo-pesadilla que colapsa el primer intento de Rinko Kokuchi por tripular un Jaeger en Titanes del Pacífico.

-El momento de Amour donde la mujer que está perdiendo la memoria y el control de sus intestinos trata de volver a ser la digna y elegante profesora de antaño frente a la mirada incómoda de un ex alumno.

-Tom Cruise reconstruye logísticamente un tiroteo en Jack Reacher.

-Toda la sección del concurso de baile al final de El Lado Bueno de las Cosas, incluyendo la manera en que Jennifer Lawrence se sienta en el bar, pide un vodka y luego, cuando un tipo le invita el siguiente, dice “Seguro”, como si ya supiera lo que va a pasar, como si sólo quisiera seguir cayendo.

-La tocata que la banda hace frente a un público exiguo –dos niños y un par de viejos, creo- en un salón desierto de alguna clase de sindicato portuario fantasmal en Los Rockers.

-La historia contada de las personas perdidas en el campo durante Pinochet en Sentados Frente al Fuego.

-Mads Mikkelsen intenta comprar en un supermercado cuyos empleados ya no quieren ofrecerle el servicio. La Cacería.

MEJOR FRASE DEL AÑO: Villana a punto de matar a Tony Stark: “¿Esto es todo lo que tienes? ¿Un truco barato y un one-liner?”. Tony Stark: “Corazón, ese podría ser el título de mi autobiografía”.

MEJOR USO DE VIEJA CANCIÓN POP EN PELÍCULA DE TERROR: Looking for the Magic, de Dwight Twilley en Cacería Macabra (You’re Next).

MENCIÓN ESPECIAL A MEJOR VIDEO EN VIVO DIRIGIDO POR SPIKE JONZE A PARTIR DE UNA CANCIÓN DE ARCADE FIRE:

Greta Gerwig baila en el video como la mayoría de nosotros baila cuando está solo, borracho o triste. Lo que es clave porque uno de los elementos básicos del discurso de Arcade Fire es la ilusión –sólo la ilusión- de que lo que sucede arriba del escenario no es distinto de lo que sucede en nuestras vidas. Es falsa, por supuesto: jamás luciríamos como ella bailando con ese imposible traje café-con-leche dando la vida entre árboles de utilería. Es una actriz en perfecto dominio de sus recursos y nosotros somos gente que baila en dormitorios, en livings, en fiestas de amigos. Pero mientras dura la canción, el video y el baile, Gerwig y la banda mantienen la mentira en alto. Con honor. Con autoconsciencia y también con algo parecido al arte marcial. A mí el baile de Greta Gerwig en este video me recordó la desarmada coreografía de la protagonista de Mother (2009) en la escena de los créditos. No se me ocurre un mejor elogio.

MEJOR DOCUMENTAL NO ESTRENADO EN CINES: Room 237. Muchos críticos gringos miraron con asco esta especie de registro/ensayo sobre las teorías que cierta gente tiene respecto a El Resplandor, de Kubrick. Esos críticos harían bien en releer algunos de los ensayos que se han publicado en revistas de cine sobre películas como Taxi Driver o Apocalipsis Ahora. Porque lo cierto es que la mayoría de las lecturas propuestas en este documental no son más deschavetadas que las que algunos críticos de prestigio propusieron en su momento sobre –por ejemplo- algunas de las películas más sobrevaloradas y pelotudas de Raúl Ruiz. Por supuesto que se requiere mucha buena voluntad para creer en la teoría de que El Resplandor es una fábula sobre el exterminio indígena. El punto es que Room 237 no trata sobre creer una teoría u otra (de hecho, todas las que aparecen en el filme son contradictorias entre sí). El punto es que el documental es una abierta declaración de amor a la cinefilia amateur. Esa que no se valida, que no se entiende, que se detiene en mezquindades o en planos absurdos. Esa que a veces justifica todo, incluso la sorna de quienes detestan a los freaks cuando se salen de orden. A mí la película me encantó –quizás más de lo que nunca me encantará El Resplandor- porque asume una verdad olvidada: todo lo que está en pantalla significa algo para alguien. Incluso el dibujo de una lata de polvos de hornear.

ENTRETENIDAS: The Wolverine, que me sorprendió, porque no era una película de superhéroes sino un thriller de gaijin-tipo-duro-perdido-en-Japón, ese adorable género ochentero que acá resucitó con los extras obvios de los metahumanos y las garras de adamantio. El Reino Secreto, una cinta de animación que fui a ver obligado y que me entretuvo más y mejor que muchas otras superproducciones del año. G.I. Joe: El Contraataque, también vista por obligación y también mucho más divertida de lo esperable. Posesión Infernal, quizás el mejor y más inteligente remake de terror que he visto en años. Capitán Phillips, que se deja ver con mediano interés hasta la escena final en la enfermería donde toda la historia acumulada en las escenas anteriores de pronto pega como un bloque de cemento en la cara. La Cabaña del Terror, atrasadísimo estreno en cines que no estaba a la altura de su fama, pero sí tenía una capacidad de juego con géneros y clichés que estaba a años luz de la bobería autocomplaciente de Django sin Cadenas. Y en la categoría anual “no puedo creer que algo tan poco prometedor en el tráiler haya terminado siendo tan entretenido”: Jack Reacher.

MEJOR PELICULA CHILENA: El Otro Día, el documental de Agüero donde sigue hasta sus casas a la gente que le toca la puerta. El recurso es muy sencillo y suena a esa antropología de cuneta con la que a veces uno se topa en la televisión chilena. Pero los objetivos de Agüero son harto más misteriosos y sutiles, como queda claro en la visita que hace a una casa de población que es un reino privado de mujeres o a un edificio de departamentos periférico que parece una visión del infierno. Agüero no está ahí para juzgar, dictar cátedra o hacer llamados a la patria. Más bien se pasea por poblaciones y villas preguntándose cómo vive la gente, de dónde vienen, cómo se cruzaron en su vida, qué tienen que ver con él y con su pequeña obsesión por la historia íntima de sus propios padres. Es un documental sencillo, desnudo y uno de los mejores trabajos del director.

MEJOR PELICULA DEL AÑO EN CUALQUIER FORMATO: The World’s End. Porque aunque no es la mejor de la Trilogía Cornetto (esa sería Hot Fuzz) es la más adulta. La menos taquilla, la más concentrada en darle carne y voz a sus personajes. Porque es también aquella donde los guiños a la ciencia-ficción y a las películas viejas están mejor integrados. Porque aunque su subtrama de apocalipsis no funcione para nada y llegue a ser ridícula, Gary King, ese patán que intenta resucitar un glorioso pasado adolescente que nadie más recuerda es uno de los grandes personajes del año. Como Celine y Jesse en Antes de la Medianoche, Gary no puede dejar de creer en la posibilidad de repetir la felicidad de antaño ahora que tiene edad suficiente para apreciarla. Y, al igual que ellos, su tragedia es el odio que se incuba en el alma cuando empezamos a sospechar que todo lo bueno pasó antes que cumpliéramos veinte.

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